jueves, 15 de octubre de 2009

Colapso la avenida Ciudad de Cali.

Por Byron Matallana
Este automotor cargado de chatarra perdío los frenos y se volco lateralmente en plena avenidad cali en el noroccidente de Bogota.

miércoles, 14 de octubre de 2009

No para de lloever

Por Byron matallana

El fenomeno del niño nos paso de un sol increible y de 23 grados de calor a un un cielo roto.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Blogs recomendados.

TATIANA BLANCO: http://puertasalainvestigacion.blogspot.com
ALEX BOHÓRQUEZ: http://diariovivrdelperiodistaactual.blogspot.com
FRANK CARRILLO: http://maquinadecabezas.blogspot.com/
SHEILA GIRALDO: http://www.sheilagiraldo.blogspot.com/
GABRIELA HINCAPIÉ: http://dianagabriela226.blogspot.com/
NATALIA LARRAHONDO: BAYRON MATALLANA: http://www.tomaloconcalmalacosaesasi.blogspot.com/
FABRICIO MENJURA: http://vidaurbanabogota.blogspot.com/
LENIN PALMA: http://www.saynomorepalo.blogspot.com/
ANGIE PÉREZ: http://angie-mediosimpresosyelectronicos.blogspot.com
EDGAR TAUTIVA: http://laopiniondelotro.blogspot.com/
MICHEL VELÁSQUEZ: http://puertaalmundo2009.blogspot.com
DEIBY CORTÉS: ALEXIS FÚQUENE:ANDRÉS GIRALDO:

Crónica en tercera persona.

Metáforas de un lunes retórico.

Crónicamente enfermo, de literatura.

Una oportunidad de soñar, divagar. Es un lunes, es octubre negro. Ideal para escribir cosas que no sean mala prosa, que den escape a esta prisión de puertas abiertas llamada monotonía.

Por: Byron Matallana Ruiz.

El día anterior había muerto “la negra”, Mercedes Sosa, fue un domingo negro que le dio paso a un lunes lúgubre; lunes en el que decidió caminar lentamente desde la oficina hasta la universidad, tan despacio, perezosamente y taciturno, pues si bien es un hombre sensible y le duele el alma de saber que ella ya no volverá a cantar.
Así, de esta forma, con tristeza llega a la universidad, el mismo protocolo, el carnet, el cigarrillo que no moría, unas aspiradas fuertes, guardar el carnet en la billetera, mirar el improvisado campus y pisar la colilla por maña hasta que la ceniza pintara el ladrillo. Luego se sienta en el sitio usual de cada día que llega temprano, aquella silla solitaria de la esquina que recuesta contra la pared blanca. Y esperar.
El profesor llega temprano, algo no usual, si apenas son las 6 y unos pocos minutos, la muchacha hermosa que abre el laboratorio donde hacemos la clase llega con él y hoy está mucho más bella que el viernes que fue el último día que le había visto. Jovial y con su carita tierna mientras pone la llave en la cerradura y le dice con sus palabras que feliz noche, pero con sus ojos que le encanta como un sol de febrero, alegre y feliz.
Ya adentro se hace al lado de Edgar, el morral cruzado en el puesto y sus manos en el computador sin internet, se aburro de no poder mirar tonterías y habla con Lenin que le presta su reproductor de MP3 y escucha algo de “la negra”, con su música llega un poco de melancolía que se rompe con las palabras del maestro, siempre empieza con un regaño, pero esta vez fue corto, algo que levemente escucha al tener un audífono en un oído y oír su parla con el otro.
Casi las 6 y 30 tal vez un poco más, la clase discurre en torno a la crónica, palabras que vienen, palabras que van, sonríe y escucha, el profesor, habla y habla, un camión sin frenos, las palabras como agua de una fuente borbotean, nadie o casi nadie pone atención.
7 y 30, el tiempo, los minutos que se derraman en el espacio, un leve pensamiento acerca del tiempo, de las dimensiones, se confunde en la física, Newton, Hopkins y Einstein… Se diluye en sus pensamientos hasta que como un rayón en un cristal una orden expedita irrumpe en sus oídos: debe hacer una crónica. Finalmente algo bueno, pero ya esta tarde.

Crónica.

Metáforas de un lunes retórico.

Crónicamente enfermo, de literatura.

Una oportunidad de soñar, divagar. Es un lunes, es octubre negro. Ideal para escribir cosas que no sean mala prosa, que den escape a esta prisión de puertas abiertas llamada monotonía.

Por: Byron Matallana Ruiz.

El día anterior había muerto “la negra”, Mercedes Sosa, fue un domingo negro que le dio paso a un lunes lúgubre; lunes en el que decidí caminar lentamente desde la oficina hasta la universidad, tan despacio, perezosamente y taciturno, pues si bien soy un hombre sensible y me duele el alma de saber que ella ya no volverá a cantar.
Así, de esta forma, con tristeza llegue a la universidad, el mismo protocolo, el carnet, el cigarrillo que no moría, unas aspiradas fuertes, guardar el carnet en la billetera, mirar el improvisado campus y pisar la colilla por maña hasta que la ceniza pintara el ladrillo. Luego me senté en el sitio usual de cada día que llego temprano, aquella silla solitaria de la esquina que recuesto contra la pared blanca. Y esperar.
El profesor llega temprano, algo no usual, si apenas son las 6 y unos pocos minutos, la muchacha hermosa que abre el laboratorio donde hacemos la clase llega con él y hoy está mucho más bella que el viernes que fue el último día que le había visto. Jovial y con su carita tierna mientras pone la llave en la cerradura y le digo con mis palabras que feliz noche, pero con mis ojos que me encanta como un sol de febrero, alegre y feliz.
Ya adentro me hago al lado de Edgar, mi morral cruzado en el puesto y mis manos en el computador sin internet, me aburro de no poder mirar tonterías y hablo con Lenin que me presta su reproductor de MP3 y escucho algo de “la negra”, con su música llega un poco de melancolía que se rompe con las palabras del maestro, siempre empieza con un regaño, pero esta vez fue corto, algo que levemente escuche al tener un audífono en un oído y oír su parla con el otro.
Casi las 6 y 30 tal vez un poco más, la clase discurre en torno a la crónica, palabras que vienen, palabras que van, sonrió y escucho, el profesor, habla y habla, un camión sin frenos, las palabras como agua de una fuente borbotean, nadie o casi nadie pone atención.
7 y 30, el tiempo, los minutos que se derraman en el espacio, un leve pensamiento acerca del tiempo, de las dimensiones, me confundo en la física, Newton, Hopkins y Einsten… Me diluyo en mis pensamientos hasta que como un rayón en un cristal una orden expedita irrumpe en mis oídos: debemos hacer una crónica. Finalmente algo bueno, pero ya esta tarde.

Seguidores

Datos personales

Mi foto
Bogota, Distrito Capital, Colombia
Poison